¿Entonces??? ¿Ya empezaste con el primer paso fundamental? Me refiero a la limpieza del rostro de la mañana, claro.
Si la respuesta es sí, se puede ahora pasar al segundo paso, que es empezar el ritual de la noche. Lo llamo ritual porque es, efectivamente, un ritual.
No importa cuán cansada, cuán apurada por irme a dormir, cuántas cosas tenga que hacer antes de acostarme, si estoy maquillada o no, siempre, siempre, SIEMPRE, tenemos que limpiar el cutis antes de irnos a dormir.
Muchas veces me pasa que estoy agotada, o que luego de una hermosa velada llego tarde a casa, y me meto a la cama apurada por encontrar el ansiado y necesitado sueño, pero... al rato me tengo que levantar para ir a limpiar el rostro.
Es que ya tengo incorporado el ritual. Tanto que cuando estoy en la cama siento que si no limpié el rostro estoy incómoda y no puedo conciliar el sueño. Y aunque me levanto a regañadientes para llevar a cabo el ritual, la sensación de distensión y comodidad que siento luego me gratifica y me hace felicitarme por haberme levantado.
El ritual, después de todo, no es tan complejo, no es tan prolongado y no es tan difícil de llevar a cabo. Es un proceso de solo dos pasos que lleva un par de minutos y solo hay que tener en cuenta el tipo de piel que tenemos.
- Para piel mixta, una emulsión que retiraremos con un algodón - pequeño, no es necesario que sea grande - y una loción astringente para retirar todo rastro. Si no tenemos algodón a mano, papel tissue o incluso papel higiénico (usado con delicadeza) puede cumplir la función.
- Para piel seca, una crema de limpieza que será un poco más espesa.
- Para pieles grasas, la misma emulsión que para las pieles mixtas, o un jabón o loción jabonosa si el cutis es muy graso, que usaremos como si fuera un jabón de tocador, y que se retira con agua.
Hablando de jabones, los hay naturales o artesanales o de marca. Los de las fotos yo los probé y me dieron buen resultado cuando mi piel era más grasa, pero luego mi piel cambió y se volvió menos grasa, del tipo mixto, y entonces cambié por la emulsión de limpieza.
Esto sí sirve a modo de ejemplo de que tenemos que estar atentas. La piel puede cambiar, por distintas razones - edad, alimentación, stress, etc. - y en ese caso debemos cambiar también la forma en que la cuidamos.
Nunca se debe dejar de lado la loción astringente porque además de proporcionar nutrientes, elimina todos los restos de emulsión/crema/jabón de limpieza.
Una recomendación especial: cuidado con el agua corriente. Muchas veces tiene mucho cloro y resulta muy perjudicial para la piel del rostro si se la usa con frecuencia. Podemos usarla alguna que otra vez, pero nada más. En la ducha debemos usarla en forma rápida, aprovechando que se dilatan los poros, para quitar puntos negros o hacer exfoliación. Pero nunca en forma exagerada. La piel del rostro, aunque no parezca, es muy delicada y solo cuidándola tendrá un buen aspecto - sin importar la edad. De otro modo, con el tiempo la piel puede mostrar manchas, flaccidez, o en general, un aspecto poco saludable.
Una vez que hemos incorporado el ritual de la limpieza podemos pasar al tercer paso: la nutrición. Pero de ella hablaremos en otro post.
En el próximo post de belleza hablaremos de la nutrición.
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